Era un día lluvioso de finales de septiembre
cuando llegué a Bélgica por primera vez.
Ya han pasado muchos años, pero aún recuerdo ese sentimiento de fragilidad al
mudarte a otro país. Aunque en ese momento no lo sabía, ese Erasmus en Lovaina definiría mi futuro. Ya había estado en Lovaina de manera exprés buscando piso en
Julio con mi madre, pero esta vez era distinto: estaba sola y no volvería hasta
navidades.