sábado, 24 de febrero de 2018

Historia de un colchón



Era un día lluvioso de finales de septiembre cuando llegué a Bélgica por  primera vez. Ya han pasado muchos años, pero aún recuerdo ese sentimiento de fragilidad al mudarte a otro país. Aunque en ese momento no lo sabía, ese Erasmus en Lovaina definiría mi futuro. Ya había estado en Lovaina de manera exprés buscando piso en Julio con mi madre, pero esta vez era distinto: estaba sola y no volvería hasta navidades.
 Recuerdo que escribí el nombre impronunciable de mi calle para enseñárselo al conductor de autobús y también que sostenía con firmeza mi mapa de la ciudad. Por aquel entonces  eso del google maps en el móvil y demás aplicaciones no eran tan comunes (aunque lo cierto es que yo sigo con mi nokia de entonces).

Después de pasar por la inmobiliaria a recoger mis llaves, por fin llegué al que iba a ser mi refugio por los próximos meses. Cuál fue mi sorpresa que al abrir la puerta una preocupación se hizo real. Cuando encontramos el estudio (que era de lo poco que quedaba decente para alquilar para estudiantes internacionales), nos comentaron que en Bélgica las habitaciones están completamente amuebladas excepto  por el colchón, ya que por higiene cada estudiante trae el suyo.

 

Teniendo en cuenta mi situación, pedí al de la inmobiliaria que si podría quedarme con alguno de segunda mano que se hubieran dejado (ya que muchos estudiantes no podían llevarlos de vuelta a su país) o que si me podían conseguir uno que yo se lo pagaba. Me dijeron que no habría ningún problema. Pues parece ser que se “olvidaron” completamente de ello. El que me entregó las llaves  no era el mismo que con el que firmamos el contrato y no sabía nada del asunto. 

Así pues allí estaba yo en mi mini-estudio amueblado pero sin tener donde dormir. Y, para rematar la situación, eran las 5 de la tarde (para los que no lo sepáis, el horario comercial en Bélgica termina a las 6). Tenía 1h para encontrar una tienda de colchones si no quería dormir en el suelo. Por suerte el internet del cuarto funcionaba y encontré una tienda a 20 minutos andando. Tracé el recorrido en mi mapa y eché a correr bajo lo que ahora se había convertido en una tormenta.

Cuando llegué la tienda estaba completamente calada. Pregunté por un colchón a un dependiente que me miraba un poco sorprendido, lo que no era de extrañar, en ese momento mi aspecto debería ser semejante a la niña de “la señal”. Me mostró colchones y el más barato de la tienda costaba unos 580 euros.  Lógicamente yo no me podía permitir eso siendo estudiante y menos para un colchón que iba a usar 9 meses. Le conté en qué situación me hallaba: que era estudiante erasmus, que acababa de aterrizar y que los de la inmobiliaria me habían dejado en la estocada con lo del colchón. El dependiente dijo que los estudiantes compraban los colchones en una tienda a las afueras, pero que lo que vendían ellos eran colchones de alta gama. No me daba tiempo a ir a esa tienda y el dependiente lo sabía. Mientras intentaba asimilar que iba a dormir en el suelo aquella noche, el dependiente se dio la vuelta y me pidió que esperara un momento.  No sé si fue mi aspecto desvalido de perrito abandonado, pero el dependiente apareció sonriente con un colchón viscoelástico. Dijo que era de los que usa de exposición y esos no los pueden vender aunque estén nuevos. Me contó que normalmente los dan a albergues o a gente necesitada y me lo ofreció. Yo no podía creérmelo.

 
 Y por supuesto acepté el regalo. Lo hizo un rollo y lo empaquetó. Pesaba demasiado para mí y me preguntó si tenía amigos que pudieran venir a echarme una mano. Le respondí que como acababa de llegar no conocía a nadie. Creo que pocas veces he dado tanta lástima cómo aquel día, porque me prestó un trasportín del almacén, de esos que tienen 3 ruedas que pueden subir escalones, con la condición de que lo trajera de vuelta enseguida. 

Cuando llegué al edificio tuve la suerte de encontrar al vecino del estudio contiguo que me ayudó a subir  el colchón los dos pisos sin ascensor. Inmediatamente volví con el carrillo antes de que cerrara y le volví a dar millones de gracias. Esa fue mi primera experiencia con la gran hospitalidad de los belgas.

De vuelta, pasé por un supermercado exprés para comprar lo básico. Cuando llegué al estudio serían eso 7 pero ya había oscurecido. No recuerdo mucho más de aquella noche, sólo que caí rendida antes de lo habitual.  Los días siguientes iban a ser duros, pero al menos tenía mi refugio y mi colchón.  Un colchón que después de estos años sigue sirviendo a familia y amigos en sus visitas a este rincón de Flandes.   






17 comentarios:

chema dijo...

os admiro a los que sois tan valientes para iros de erasmus. yo ese gen nunca lo he tenido. tuviste suerte de encontrar a gente muy amable y desinteresada aquel día. ese tipo de personas te sirven de ejemplo de cómo hay que portarse con los demás.
y el colchón, para ser de gama baja ha perdurado bastante, por lo que cuentas.
besos!

Mi Álter Ego dijo...

Qué historia tan bonita!! Sencilla pero muy emotiva, como son las historias bonitas. Es maravilloso cuando te encuentras con gente tan buena en el mundo. Besotes!!!

Iku dijo...

te imagino calada hasta los huesos explicandole tu situación al dependiente... pobrecita, fue una graciosa manera de empezar una nueva vida xD
me parece que fueron muy amables al ayudarte, siempre da gusto encontrarse gente así, que majos *^*
bye~~

Aivic dijo...

Yo tuve muchas dudas, pero el hecho de que fuera a mejorar mi curriculum me echó para delante. Tuve mucha suerte después del mal rato que pasé. Los belgas tienen ese lado desinteresado de echarse a ayudar a los demás, creo que es una de sus mejores virtudes.

El colchón no era de gama baja, todo lo contrario, por eso ha aguantado tanto tiempo, aunque tampoco se usa de continuo.

Besos!

Aivic dijo...

Me alegra que te guste :)
Fue un buen comienzo después de todo y una gran anécdota, de esas para contar a los nietos XD.
En general yo no suelo tener mucha suerte, pero de tarde (muy) en tarde, el universo decide tener detalles. Creo que éste es el mayor "detalle" inexperado que ha tenido el universo conmigo de momento....

Besotes!

Aivic dijo...

La situaciñon además en un inglés bastante oxidado (llevaba 3 años sin hablar una palabra de inglés XD) Pobrecillo el de la tienda, apareciendo bajo la lluvia con rayos y truenos. A lo mejor en vez de lástima pensó que era un alma en pena que necesitaba el colchón para poder descansar en paz XD

Lo cierto es que la tormenta me acojonó bastante. Aquí casi todo son casitas bajas y los rayos quedaban bastante cerca.

Es curioso como los belgas son tan frios y distantes (hasta que consigues pasar la barrera de hielo), pero luego tienen este lado amable y desinteresado.

¿cómo fue tu primer día más al norte?

besos

La Roca más Diamante del mundo dijo...

Que tierno, que sensación, agobio, impotencia, miedo y luego esa amabilidad y humanidad que a veces pensamos que ya no queda en la gente.
Que duro debe de ser mudarse a un sitio tan lejano; ya me parece duro haberme marchado de Madrid a Andalucía. Eres una valiente y eso en la vida tiene su recompensa. Un abrazo

Sopa de Sopa (Pepi) dijo...

jajaja Aivin!! Me da risa porque lo que empezó en tragedia termina con mucha suerte y muy bien.
Qué historia más bonita. Yo es que además te entiendo perfectamente, ya que como te comentado a veces vivo en Alemania y creo que no hay mucha diferencia.

Un beso preciosa!!

Alize dijo...

Qué majete el dependiente, ¿no? Tuviste suerte, no creo que haya mucha gente con un corazón así jejeje
¡Besotes!

Benedetta Leoni dijo...

Hola, nueva seguidora; felicitaciones por blogs y publicaciones; aquí el último publicado por mí: https://ioamoilibrieleserietv.blogspot.it/2018/02/www-wednesday-28.html

si quieres, te espero como lector fijo (encuentra el blog también en Facebook y Instagram como: ioamoilibrieleserietv)

Gracias

Aivic dijo...

Por suerte sigue existiendo gente así de amable.
Fue duro, pero como ya había estudiado en Granada y hecho el Erasmus fue más llevadero. Además, que como somos muchos en la misma situación, pues nos apoyamos los unos a los otros.
Bueno, valiente creo que podemos ser todos cuando no hay otro remedio. Era eso o quedarme en casa esperando un milagro. Un milagro como que la investigación científica se apreciara en España y se pudiera de repente vivir de ello.

Un abrazo

Aivic dijo...

Fue una de esas pocas veces donde el universo se pone de tu lado. Yo no soy una persona que suela tener suerte, siempre tengo que trabajar y sacrificar mucho para conseguir que todo vaya decentemente (y sólo funciona a veces). ¿Cómo fue tu primer día en Alemania? ¿cómo terminaste ahí?

Besos!

Aivic dijo...

Creo que ese dia gasté la suerte de ese año y la de los siguientes XD El hombre fue un solete después de tanta lluvia.

Besos!

Aivic dijo...

Bienvenida al blog! :)

Besos

remorada dijo...

Qué historia tan bonita! la vida lejos de casa no es fácil para nadie, encontrar una persona amable en una situación tan vulnerable es un tesoro! <3

Estrellita dijo...

Interesante historia! que bueno haber encontrado ese vendedor de colchones que te ayudó, no debe haber sido fácil la experiencia de recién llegada en la nueva ciudad..
Me quedo a leerte! saludos!

Aivic dijo...

Bienvenida al lluvioso Flandes!

No creo que nunca sea fácil,pero al menos no tuve que dormir en el suelo el primer dia!

Besos!